lunes, 2 de abril de 2012

A 30 años de Malvinas


La Guerra de las Malvinas, guerra patria que por un rato unió a los argentinos pisadores y a los argentinos pisados, culmina con la victoria del ejército colonialista de Gran Bretaña.

No se han hecho ni un tajito los generales y coroneles argentinos que habían prometido derramar hasta la última gota de sangre. Quienes declararon la guerra no estuvieron en ella ni de visita. Para que la bandera argentina flameara en estos hielos, causa justa en manos injustas, los altos mandos enviaron al matadero a los muchachitos enganchados por el servicio militar obligatorio, que más murieron de frío que de bala.

No les tiembla el pulso: con mano segura firman la rendición los violadores de mujeres atadas, los verdugos de obreros desarmados.


Edduardo Galeano

jueves, 1 de marzo de 2012

Defensa de la alegria

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas.

Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos.

Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias.

Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

Defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría



Mario Benedetti

jueves, 9 de febrero de 2012

Hasta siempre maestro.


Ahí va el Capitán Beto por el espacio
con su nave de fibra hecha en Haedo
ayer colectivero
hoy amo entre los amos del aire.

Ya lleva quince años en su periplo
su equipo es tan precario como su destino
sin embargo un anillo extraño
ahuyenta los peligros en el cosmos.

Ahí va el Capitán Beto por el espacio
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.

¿Dónde está el lugar
al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos
como en mi viejo umbral.

Por qué habré venido hasta aquí?
si no puedo más de soledad
ya no puedo más de soledad.

Su anillo lo inmuniza de los peligros
pero no lo protege de la tristeza
surcando la galaxia del hombre
ahí va el Capitán Beto, el errante.

¿Dónde habrá una ciudad
en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura
mi vieja y el Café?
Si esto sigue así como así
ni una triste sombra quedará
ni una triste sombra quedará.

Ahí va el Capitán por el espacio
regando los malvones de su cabina
sin brújula y sin radio
jamás podrá volver a la tierra.

Tardaron muchos años hasta encontrarlo
el anillo de Beto llevaba inscripto
un signo del alma.


El anillo del capitán Beto - Luis Alberto Spinetta

miércoles, 19 de octubre de 2011

No estarás sola.


No estarás sola,
vendrán a buscarte batallones de soldados
que a tu guerrilla de paz se han enrolado.
Y yo en primera fila de combate
abriendo trincheras
para protegernos, mi guerrillera.

No estarás sola,
te saludarán a tu paso en mil idiomas, con mil lenguajes,
la gente a la que despertaste en cada viaje,
los que dormían en las calles,
a los que preguntaste,
por su esperanza, por su desastre.

No habrá distancias
que no cubra cualquier hombre que te busque.
No habrá rincón en que tu nombre no se pronuncie.
No habrá misterio o duda en que tu presencia no luzca,
faro solidario en ausencia de paz,
en tiempos difíciles Estrella Polar.

Sola nunca, nunca estarás.

No estarás sola,
siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida,
quien te de aliento cuando te des por vencida.
Tu revolución llenará sonrisas,
yo la incorporé a mis aperos
de trabajo, a mi vida.


Ismael Serrano

jueves, 13 de octubre de 2011

Tres mujeres, tres historias

1935, Buenos Aires: Alfonsina.

A la mujer que piensa se le secan los ovarios. Nace mujer para producir leche y lágrimas, no ideas; y no para vivir la vida sino para espiarla detrás de las ventanas a medio cerrar. Mil veces se lo han explicado y Alfonsina Storni nunca lo creyó.
Sus versos mas difundidos protestan contra el hombre enjaulador. Cuando hace años llegó a Buenos Aires desde las provincias, Alfonsina traía unos viejos zapatos de tacones torcidos y en el vientre un hijo sin padre legal. En esta ciudad trabajo en lo que hubiera; y robaba formularios del telégrafo para escribir sus tristezas. Mientras pulía palabras, verso a verso, noche a noche, cruzaba los dedos y besaba las barajas que le anunciaban viajes, herencias y amores.
El tiempo ha pasado, casi un cuarto de siglo; y nada le regalo la suerte. Pero peleando a brazo partido Alfonsina ha sido capaz de abrirse paso en el masculino mundo. Su cara de ratona traviesa nunca falta en las fotos que congregan a los escritores argentinos mas ilustres.
Este año, en el verano supo que tenia cáncer. Desde entonces escribe poemas que hablan del abrazo del mar y de la casa que la espera allá en el fondo, en la avenida de las madréporas.


1935, Buenos Aires: Evita.

Parece una flaquita del montón, paliducha, ni fea ni linda, que usa ropa de segunda mano y repite sin chistar las rutinas de la pobreza. Como todas vive prendida a los novelones de la radio, los domingos va al cine y sueña con ser Norma Shearer y todas las tardecitas, en la estación del pueblo, mira pasar el tren hacia Buenos Aires.
Pero Eva Duarte esta harta: trepa al tren y se larga.
Esta chiquilina no tiene nada. No tiene padre ni dinero; no es dueña de ninguna cosa. Ni siquiera tiene una memoria que la ayude. Desde que nació en el pueblo de los Toldos, hija de madre soltera, fue condenada a la humillación, y ahora es una nadie entre los miles de nadies que los trenes vuelcan cada día en Buenos Aires, multitud de provincianos de pelo chuzo y piel morena, obreros y sirvientas que entran en la boca de la ciudad y son por ella devorados: durante la semana Buenos Aires los mastica y los domingos escupe los pedazos.
A los pies de la gran mole arrogante, altas cumbres de cemento, Evita se paraliza. El pánico no la deja hacer otra cosa que estrujarse las manos, rojas de frío y llorar. Después se traga las lágrimas, aprieta los dientes, agarra fuerte la valija de cartón y se hunde en la ciudad.


1916, Buenos Aires: Isadora.

Descalza, desnuda, apenas envuelta en la Bandera Argentina , Isadora Duncan baila el Himno Nacional. Una noche comete esa osadía, en un café de estudiantes de Buenos Aires y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe: el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al Teatro Colon y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios.
Isadora no entiende nada. Ningún francés protestó cuando ella bailó la Marsellesa con un chal rojo, azul y blanco por todo vestido. Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por que no se puede bailar un himno?. La libertad ofende. Mujer de ojos brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela tradicional , el matrimonio, la danza clásica, y de todo lo que enjaule al viento. Ella baila porque bailando goza, y baila lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y las orquestas callan ante la música que nace de su cuerpo.


Eduardo Galeano

jueves, 22 de septiembre de 2011

Podrán cortar todas las flores pero nunca podrán detener la primavera


¿Por qué tener un rival?¿Por qué tener esos ojos? los que te miran tan mal. Ya no se puede salir de la historia y menos volver atras, unos se creen tan fuertes pero no siempre ganan. Pudiste apagar la luz y no apagaste sus almas. Quisiste tapar el sol pero no tapaste nada, solo escondiste las caras que no te dejan descansar. Y estamos más juntos y cerca que nunca. ¿Pudiste imaginar que esa mentira que vos derramabas un día te iba a ahogar? Pudiste apagar la luz y no apagaste sus almas. Quisiste tapar el sol pero no tapaste nada, solo escondiste las caras que no te dejan descansar, que no te dejan respirar, que no te dejan delirar, que no te dejan descansar.


Esos Ojos - No Te Va Gustar

jueves, 30 de junio de 2011

Nueve años.


Dicen que los rieles
tienen sentido
cuando ejercen de puente
para acercar distancias.

Bajo un cielo de junio
se atropelló a la lógica
y embanderó con sangre
cruces
de una estación.

Dos piquetes de vida
más allá de la lucha
aguardan su sentencia.

Pasajeros de a pie
con la justicia en marcha
circulan con sus sombras
sobre vías de luto.

No hay boleto al regreso
ni barreras

que silencien el grito.


Silvia Spinazzola

El 27 de junio de 2002 Página 12 titualaba: La cacería policial terminó con dos muertos a balazos. El 26 de Junio esos muertos a balazos estaban vivos, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán marchaban, entre el puente Pueyrredon y la estación Avellaneda, cuando la Policía Bonaerense decidió reprimir y les quitó la vida. El pásado sábado se cumplieron 9 años de aquel trágico episodio.